La semana pasada
recibí una notificación por parte de Twitter, recordándome mi primer
aniversario en la red social del pajarito. El caso es que, ya hace unas
semanas, me había percatado de que no estaría muy lejos mi primer cumpleaños
como tuitero. Una cuenta mayormente dedicada a las apuestas deportivas, aunque
de vez en cuando el TL se vea salpicado por asuntos extradeportivos con los que
matar el aburrimiento entre pick y pick. No os voy a engañar. Mi único
propósito era, y sigue siendo, ganar dinero. No creo que nadie utilice las
apuestas deportivas como mero divertimento. Al menos nadie que esté
medianamente cuerdo, o al que no le sobren los billetes. Si además podemos
hacer del viaje una experiencia positiva, pues ya tenemos un valor añadido.
Pero manda el verde. Como en la vida misma.
Total, que me
propuse hacer un breve repaso de lo que había sido mi trayectoria. Y he de
decir, en primer lugar, que todo es más complicado de lo que parece desde
fuera. No ha sido hasta hace bien poco, que he visto mi bank comenzar a crecer
de manera considerable. Al fin y al cabo, esto es una inversión, y como tal hay
que valorar no sólo el rendimiento económico, sino también el tiempo invertido.
Cada uno puede ponerle precio a su tiempo, que al fin y al cabo es lo único que
tenemos en nuestra vida. Tiempo. Lo único que tenemos cuando nacemos son horas
de vida por delante. Así que hay que preguntarse hasta qué punto merece la pena
invertir tiempo en el pickeo. ¿Es rentable dedicar varias horas a la semana a
las apuestas deportivas para ganar unos pocos euros a final de mes?
¿Por dónde
comenzar? Vamos a probar por el principio. Creo que ya he contado alguna vez
que, en realidad, esta no era mi primera experiencia con las apuestas. Años
atrás, en la época de las .com, abrí varias cuentas en la casa verde. Siempre
con el mismo modus operandi, y siempre con los mismos resultados. Abría una
cuenta con unos pocos euros, me beneficiaba del bono de bienvenida, sobrevivía
unos pocos días, y acababa perdiéndolo todo en menos de dos meses. Repetí el
proceso dos o tres veces, siempre con un descanso entre medias, el tiempo que
tardaba en “picarme el gusanillo” y en convencerme de que esta vez me iría
mejor. Nunca fue bien. No me hice rico. De hecho, me hice más pobre. Así que un
día decidí comenzar a buscar información antes de hacer el ingreso. Habían
llegado las .es, y la casa verde me dejaba abrir una cuenta con mis datos
personales, y recibiendo de nuevo el bono de bienvenida. Al parecer, es lo
único bueno que ha traído la regulación del juego online. En aquel momento se
juntaron mi curiosidad por el mundo de las apuestas y el descubrimiento de “la
tuiter”, que diría Javi Clemente. Y claro, mi cuenta comenzó a tomar un claro
tono apuestil. Todavía recuerdo las dos primeras cuentas que alumbraron mi
camino: Pensador de apuestas y Otroapostador. Supongo que el hecho de buscar
“apuestas” en el buscador de Twitter tiene algo que ver. Luego vinieron otros
muchos. Y es así que mi TL comenzó a llenarse de picks. Y de capturas de
pantallas, todas ganadoras. Todas ganando increíbles cantidades con combinadas
inverosímiles o con chollos aparecidos de la nada. Y claro, yo también quería.
Me puse a disparar a todo lo que veía. Busqué unas cuantas cuentas, y comencé a
descubrir equipos de los que nunca había oído hablar en mi vida. Apostaba en
divisiones bajas, ligas extranjeras e incluso en otros deportes como golf o
dardos. Aparecía un tipster en racha y no dudaba en sumarme al carro de la
victoria, sin pararme a pensar si el conductor iba borracho o los neumáticos
estaban desgastados. Luego pasaba lo que pasaba: la continua sensación de que
siempre pillaba la racha negativa. En ese momento hice dos cosas bien: mi stake
era irrisorio (1€) y enseguida tomé la decisión de hacer las cosas de manera
más seria. Y así es como nació “El seguidor”.
Cansado de tanto
figura y de tanto crack, y aprovechando las promociones que algunas webs
ofertaban por darme de alta en las casas de apuestas desde sus enlaces (los
famosos “referidos”), reuní a una serie de tipsters, tanto gratuitos como de
pago, en una especie de Liga de los Tipsters Extraordinarios. Estaba convencido
de que seguir a los mejores era la mejor opción para triunfar en las apuestas y
asegurarme un retiro dorado en alguna isla del pacífico (xD). Fueron más de mil
picks en unos pocos meses, con un ligero balance positivo. Llegó un momento en
el que me di cuenta de que mi bank no crecía acorde con el tiempo invertido.
Como periodo de aprendizaje fue fantástico, pero el método era altamente
mejorable. En ese All Star de tipsters figuraban, entre otros, pronosticadores
en baja forma y algún que otro farsante de toma y loma. A eso hay que añadirle
otros factores propios de la gestión de bank o de la cartera de tipsters. Por
ejemplo, resulta complicado seguir a varios pronosticadores de un mismo
deporte, ya que tarde o temprano uno se encuentra frente a picks enfrentados,
picks dependientes, etc. El tema da para un post, así que no me meto mucho más.
Otro problema era la ponderación de stake, que también da para un artículo
entero. En este sentido, el principal error fue ponderar el stake sin tener en
cuenta la rotación de bank propia de cada tipster. Dicho de otra manera, no
tuve en cuenta las unidades que un tipster ponía en juego al cabo del mes.
Demasiados detalles que no ajusté correctamente. Aún así, ligeros beneficios.
Pero no era suficiente. Quería más. Por aquel entonces, mi unidad de stake ya
era algo más alta, sobre los 10€. Conseguí rápidamente cubrir las pérdidas de
mi etapa anterior. Recomiendo fervientemente a todo aquel que empiece a apostar
que lo haga con cantidades muy bajas. Es ideal para ir tropezando en todas las
piedras que hay al camino porque, no nos engañemos, tarde o temprano uno
tropieza. Y las ostias duelen menos si pierdes 5€ que si pierdes 50€.
Como digo, el
siguiente paso fue cerrar “El Seguidor” y darme un tiempo de reflexión.
“Apostar menos, apostar mejor” es la conclusión a la que llegué. Tras hacer
números, me di cuenta de que el tiempo que le dedicaba a este apasionante mundo
no se veía reflejado en los beneficios. Tenía claro que no estaba aquí para
pagarme cuatro cenas a final de año, sino más bien para pagarme las vacaciones
y permitirme algún que otro capricho. También tenía claro que sólo apostaría
aquello que pudiese permitirme perder. Y así es como reduje (de nuevo) mi
cartera de pronosticadores y subí la unidad de stake, que permanece invariable
desde hace unas cuantas semanas. Sólo se quedaron los mejores. Nada de tipsters
en racha. Nada de stats sin verificar. Cero riesgo de farsantes. Sólo aquellos
con un historial contrastado, y con el respeto ganado por parte de la
comunidad. Por algo será, ¿no?
Y de repente, el
bank comenzó a crecer.
Luego está la
parte humana de Twitter. Quien me conozca, ya sabrá lo que pienso. Cada uno
construye su propio Timeline y decide quiénes son sus influencias. Mi primer
consejo en este sentido es que erradiquéis de vuestro TL todo aquello que sea
nocivo e intoxique vuestro estado de ánimo. Simplemente, no merece la pena. En
mi caso, sigo a pocas cuentas. No llegan a un centenar. Al principio, mi
TL era un carrusel de picks, alineaciones, rumores e idioteces muy difíciles de
controlar, con gente que hace mucho ruido pero que realmente aporta poco. Poco
a poco he ido reduciendo el círculo hasta encontrarme con un grupo de “amigos”,
si es que se pueden llamar así, que hacen del viaje una aventura más amena. Y de vez en cuando ves a algunos reunirse con otros para compartir una paella o hacer levantamiento de barra en
grupo. Más allá de discusiones
puntuales, y algún que otro calentón fruto de egos saltarines, en mi pantalla
reina el buen ambiente, y de eso también estoy orgulloso.
Echando la mirada
más allá de ese círculo personal, el paisaje es tremebundo. Intuyo que detrás
de muchas cuentas no hay más que chavales jóvenes con ansias de protagonismo,
jugándose los cuatro cuartos de la paga. Potenciales ludópatas. Nadie se enterará,
porque viajan camuflados bajo un nick y un avatar, alejados de sus familias. Es
lo más triste de Twitter, sin duda alguna. Espero que nunca sea demasiado
tarde.
Otros que se
llevan su parte son los que engañan y estafan, o al menos lo intentan. Los hay
de todos los colores. Están los que ofrecen partidos amañados, los que piden
RTs a cambio de premios, los que falsean sus estadísticas, los que aparecen y
desaparecen, los que venden algo que no pueden ofrecer… Algunos son verdaderos
profesionales del tema, mientras que otros no son capaces de escribir una frase
sin cometer una retahíla de faltas ortográficas digna del Museo de los Orrores.
Quiero pensar que la mayoría de esos pequeños pícaros se van a la cama cada día
sin víctima alguna. Quiero pensar que no hay nadie, por ingenuo que sea, que dé
dinero a cambio de resultados pactados o información supuestamente privilegiada.
Pero claro, con una tasa de abandono escolar del veintimucho por ciento, ya nada me extraña.
El último párrafo
se lo quiero dedicar a los que comparten. A los que trabajan sin ánimo de
lucro, y comparten su trabajo con todos los demás. En muchos casos no es más
que el proceso previo a un servicio de pago, cosa que por otra parte comprendo
perfectamente. En otros casos no hay meta alguna de esa índole, y se trata de “simple”
filantropía a bajo nivel. Da igual. Nadie nace aprendido ni advertido, y todos
los que seguimos aprendiendo sabemos que cualquier ayuda es poca.
GRACIAS A TODOS
Salud… y verdes!
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