Con diez stakazos por banda,
viento en popa a toda vela,
tuvo suerte al principio
un tipster regulín;
viento en popa a toda vela,
tuvo suerte al principio
un tipster regulín;
Crack y figura le llaman,
y por su racha, el henchido,
en todo Twitter conocido
del uno al otro perfil.
y por su racha, el henchido,
en todo Twitter conocido
del uno al otro perfil.
El verde en su Excel riela,
“gano mucho, yo no miento”
y en su hoja de movimiento
stakazos pa’ dentro ‘a full’;
“gano mucho, yo no miento”
y en su hoja de movimiento
stakazos pa’ dentro ‘a full’;
“Hay valor en que hoy empata”,
canta alegre a su tropa,
“seguidme aquí y en toda Europa”,
canta alegre a su tropa,
“seguidme aquí y en toda Europa”,
sólo es
suerte, pobre gandul;
«Apuesta seguidor mío,
sin temor,
que en la victoria confío,
y ni la suerte, ni la VARIANZA,
mi yield a torcer alcanza,
y la cuota tiene valor.
sin temor,
que en la victoria confío,
y ni la suerte, ni la VARIANZA,
mi yield a torcer alcanza,
y la cuota tiene valor.
No creo que imaginase Espronceda que su verso acabaría prostituido
de semejante manera. Al menos, que sirva para explicar un fenómeno de esos que no
son tan obvios, ya que normalmente tendemos a culpar a la mala suerte de
nuestros fracasos, y rara vez somos conscientes del efecto contrario: navegar a
toda vela con el viento entrando por la espalda.
El ejemplo del velero, movido o frenado por el viento, nos
viene al pelo. Quizás sería mejor decir que el movimiento del velero se ve “influenciado”
por el viento, ya que un capitán audaz ha de ser capaz de reaccionar ante
aquello que se encuentre en el camino. Si el viento pega de frente e impide un
paso fluido, el capitán debe saber reaccionar para evitar que la embarcación
retroceda, o al menos para que lo haga lo menos posible. En el mundo apuestil,
el viento es la VARIANZA, que sacude los veleros tipsterianos con rachas en
contra (picks rojos) y a favor (picks verdes).
La varianza, últimamente en boca de muchos, trata de medir
la dispersión respecto a la media. Por ejemplo, si lanzamos una moneda al aire
está claro que habrá un 50% de probabilidades de que caiga de cada lado. No obstante,
en una muestra aleatoria de 100 lanzamientos podemos obtener 40 caras y 60
cruces. Esa diferencia respecto al teórico 50-50 es la famosa varianza. Si la
muestra es pequeña (100), la varianza puede jugar un papel determinante. En
cambio, si aumentamos la muestra a valores más significativos (1000
lanzamientos) el peso de la varianza irá disminuyendo. Si la muestra es enorme
(un millón de lanzamientos), la varianza apenas debería notarse.
En el mundo de las apuestas ocurre exactamente lo mismo. Abundan
perfiles de apostadores con un yield enorme tras 50 o 60 picks. También podemos
encontrarnos una buena cifra de apostadores con estadísticas positivas tras
150-200 picks. En cambio, existen muy pocas gráficas que muestren ganancias
sostenidas en el tiempo tras una cifra alta de pronósticos (por encima de
1000). ¿Por qué? Quizás es momento de preguntárselo a la varianza. O de
imaginarse a todos esos tipsters tirando monedas al aire. Algunos obtendrán un
50% de caras. Otros, con la varianza en contra, se quedarán en un 40%, y aquí
la mayoría de ellos cesará en su intento de convertirse en ganadores. Sus
estadísticas pasarán al olvido, sin haber disfrutado de un solo minuto de
gloria. Por último tenemos a aquellos que habrán disfrutado del efecto contrario:
un 60% de lanzamientos positivos. La varianza en este caso habrá soplado a
favor, reproduciendo la cifra de vítores y aplausos que acudirán al festejo de
tan brillante trayectoria. Las redes sociales se llenarán de comentarios y
alabanzas sobre el tipster de moda, aquel surgido de entre la nada y concebido
con el don de la oportunidad. Pero ya sabéis lo que dicen: cuanto más alta es
la subida, más alta será la caída. O dicho de otra manera, cuánto más sopla la
varianza a favor… De esta manera, no resulta extraño ver cómo muchos de los
tipsters que alcanzan unas cifras decentes con unas pocas decenas o unos pocos
centenares de pronósticos acaban
convirtiendo más tarde su gráfica de ganancias en un tobogán hacia la
bancarrota. La conclusión es clara: mucho ojo con la varianza, mucha cautela sobre a quién metéis en vuestra
cartera de tipsters, y mucho cuidado con el peso de las nuevas promesas en
vuestro bank.
Aprovecho la ocasión para comentar una jugada de la que no
me había percatado hasta hace poco. Algunos pronosticadores hacen un uso
extraño del stake para compensar la varianza. Se pueden dar dos situaciones
distintas:
- Tipsters que suben el stake tras una mala racha inicial para intentar mejorar sus estadísticas. Por ejemplo, subiendo el stake medio de 1 a 5, de manera que acertando unos cuantos pronósticos se cubren las pérdidas o las malas estadísticas logradas con anterioridad. El resultado es un tipster con beneficios, pero con un alto número de pronósticos fallados, lo que nos lleva a la conclusión de que a largo plazo es un tipster perdedor.
- Tipsters que bajan el stake tras una buena racha inicial para mantener las estadísticas. Es el caso de aquellos afortunados que han jugado con el viento a favor durante la primera parte, y que luego reducen las unidades arriesgadas con el fin de mantener un yield alto con el que venderse. Para detectarlo, basta con acudir a las estadísticas del tipster y ver si su stake medio se ha visto alterado de manera brusca en un momento determinado, comprobando los números del tipster a partir de ese cambio.
Existen métodos y herramientas que permiten saber si estamos
ante un tipster que se aprovecha de la varianza. Desde una simple comprobación
manual de su historial, hasta gráficas que muestran qué hubiera pasado si el
tipster hubiera utilizado un stake plano, dejando en evidencia a aquellos
pronosticadores que usan variaciones de stake para compensar otras carencias.
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